El cuerpo

Existen muchos abordajes que podemos darle al tema de nuestro cuerpo y cuál es su relación con el mundo emocional o mental, lo más importante es que en el ámbito médico y científico en general, ya se reconoce bien esta relación y en esta ocasión nos gustaría abordarlo en dos sentidos:

· El papel de la mente en los procesos biológicos del cuerpo y,

· El papel de la postura corporal y la interpretación que el sistema nervioso hace de esto. (1) (3)

Desde la antigüedad se concebía al ser humano como psique (mente) y soma (cuerpo), con el paso del tiempo y los progresivos avances en el campo de la medicina poco a poco los médicos se fueron enfocando cada vez más en la cura del cuerpo, haciendo a un lado los procesos mentales. Es hasta finales del siglo XVII y principios del XIX con la llegada de la teoría Freudiana cuando se retoma el papel de los aspectos mentales y su influencia en el cuerpo físico, esto se acentúa más después de la Segunda Guerra Mundial cuando los soldados que regresaban del frente de batalla manifestaban trastornos orgánicos, aparentemente derivado del estrés experimentado durante la guerra. Es hasta los años cincuenta y sesenta, cuando se clasifican y se describen lo que conocemos como enfermedades psicosomáticas en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. A pesar de que se ha avanzado mucho en este sentido, aún falta camino por recorrer. (6)

Hoy sabemos que en realidad todas las enfermedades tienen un origen multifactorial, por ejemplo, factores genéticos, ambientales, psicológicos, físicos, etcétera. Lo cierto es que ninguna etiqueta que pongamos a las enfermedades puede realmente describir su complejidad, por lo que hace difícil la respuesta cuando nos preguntamos, ¿Por qué me enfermé de esto o de aquello? Lo que es más importante saber es que toda enfermedad tiene en mayor o menor grado un componente mental. Las que se conocen como enfermedades psicosomáticas son trastornos orgánicos que se disparan por un gatillo emocional.

Existen procesos mentales complicados y dolorosos que cuando la mente no los puede procesar se traducen en una enfermedad física. Entre estas enfermedades tenemos el síndrome de fatiga crónica, la fibromialgia, la mayoría de las enfermedades autoinmunes y muchos trastornos del aparato digestivo como colitis, gastritis, etcétera. (2)

En todos estos casos existe una enfermedad real que debe ser tratada, pero debe tenerse en cuenta el aspecto psicológico si queremos realmente resolver el problema; a muchas personas les “molesta” ser referidos a un psicólogo o psiquiatra al acudir al médico por un simple dolor de estómago, pero lo cierto es que esa molestia se puede volver crónica y complicarse cada vez más si además del tratamiento médico no se atiende el aspecto mental relacionado con el proceso.

El aparato digestivo se considera el blanco de muchas enfermedades psicosomáticas y es que hoy, incluso se le considera al “segundo cerebro”, resulta que el tubo digestivo posee células nerviosas que tienen el mismo origen embrionario que un área del sistema nervioso llamada cresta neural. En él se produce entre el 80 y 90% de la serotonina que se produce en nuestro organismo. La serotonina es un neurotransmisor conocido como la hormona de la felicidad. Por otro lado el 70% de las células de nuestro sistema inmune vive en el intestino, por lo tanto, la salud de este órgano es de vital importancia para mantener una buena respuesta inmune ante las enfermedades. En el intestino también viven una buena cantidad de bacterias benéficas, esta flora intestinal puede debilitarse debido al estrés, o cambios emocionales, provocando colitis o inflamación intestinal con todos sus síntomas; incluso varios estudios han demostrado evidencia de que existen diferencias en la flora intestinal de personas con trastornos mentales como la depresión.

Para concluir con el primer punto, te compartimos algunos consejos importantes cuando se trata de trastornos psicosomáticos:

· Aprende a gestionar adecuadamente la tensión y el estrés.

· Cuida tus hábitos de sueño para obtener los beneficios reparadores del descanso.

· Mantén una alimentación variada y saludable.

· Si padeces alguna enfermedad recurrente o crónica, pregúntale a tu médico si valiera la pena revisar la conexión entre las emociones y tus síntomas físicos.

Ahora abordamos el tema en el sentido opuesto, ¿Será acaso importante nuestra postura corporal para nuestro cerebro?, nos han enseñado que una buena postura nos dará un buen aspecto, sin embargo, los beneficios de una buena postura van incluso más allá, ya que mejorará nuestra movilidad y fuerza muscular y provocará hasta cambios positivos en el estado de ánimo.

Todos sabemos que nuestro estado de ánimo afecta nuestra postura, cuando estamos tristes encogemos los hombros, encorvamos la espalda, bajamos la barbilla y posiblemente miraremos al piso. Lo asombroso es que en un estudio realizado en la universidad estatal de Ohio en el 2003 se observaron resultados interesantes.

Se les pidió a los participantes que asintieran con la cabeza para manifestar un desacuerdo y posteriormente estas acciones afectaron sus opiniones sin que se dieran cuenta. En el mismo estudio se mostró que cuando los participantes se abrazaban eran capaces de disminuir el dolor físico y que cuando escribían con su mano dominante tenían más confianza en sus propias opiniones. En otro estudio australiano reciente, se demostró que la postura corporal puede ayudar a controlar el estrés, lo mismo se demostró en un experimento en la Universidad de Ámsterdam. La investigadora Amy Cuddy de la Universidad de Harvard, demostró que una postura erguida con los brazos y piernas abiertos hacía disminuir los niveles de cortisol, (la hormona del estrés).

Uno de los problemas para gestionar el estrés y nuestro estado de ánimo con la postura es que la mayor parte del tiempo nuestra postura es inconsciente por lo que aquí tienes algunos consejos.

· Aprende a tomar consciencia de tu postura varias veces al día y corrígela.

· Vigila que tu barbilla esté paralela al suelo.

· Tu cabeza debe estar “sobre tus hombros” y no inclinada hacia adelante, imagina como si un hilo tirara de ella hacia el cielo.

· Mantén las rodillas discretamente flexionadas.

· Conserva tu cuello estirado, pero no rígido, imagina que está conectado al listón de tu cabeza.

· Relaja los hombros, mantenlos “lejos de las orejas”.

· Aprieta los glúteos.

· Comprime el abdomen.

Mantener esta postura durante unos minutos varias veces al día permitirá reeducar poco a poco nuestra postura corporal impactando también en nuestro estado de ánimo. (3)

Cada vez son más los estudios científicos que validan el papel que nuestra postura tiene para nuestro bienestar físico y mental. Así que no dejes de observar tu cuerpo y escucha lo que te dice, ya sea desde los síntomas físicos o la postura corporal y así lograrás mejorar su salud de forma integral.